Hola a tod@s mis melóman@s!!!
Últimamente estamos de estreno...no paramos!!!!. Hoy empezamos una nueva sección dentro de Melóman@s Bloguer@s... Mis alumn@s de 3º ESO se han hecho reporteros.... sí!! reporteros!!!. Tienen que hacer entrevistas a músicos, a cantantes, a personajes importantes para los Melóman@s.
La primera entrevista es obra de Antón Iglesias. Él ha entrevistado, o eso creo, a Antonio Vivaldi.
A mi me ha encantado.. Ya me contaréis...
Este escrito es ficticio. Cualquier parecido con
la realidad es pura coincidencia.
La transcripción de los diálogos de
esta historia no es literal. En algunos momentos
se harán determinados incisos para ahorrarle
al querido lector 20 minutos de su
valioso tiempo, puesto que de otro
modo nadie habría leído esto.
Disfrutadlo.
Para empezar, os situaré en el contexto.
Un día gris. Llueve a cántaros. Estoy esperando el autobús. Hasta aquí todo normal, ¿no? Entonces comenzó a ponerse raro.
En un determinado momento, se empezó a oír el tema de “La primavera”, de las “Cuatro estaciones”. De repente, me di cuenta de que, a mi lado, se encontraba el mismísimo Prette Rosso, Antonio Lucio Vivaldi.
Era su misma efigie, excepto por que no llevaba la ridícula peluca tan característica de su época. En su lugar llevaba el pelo pelirrojo recogido en una pequeña coleta.
En un determinado momento, se empezó a oír el tema de “La primavera”, de las “Cuatro estaciones”. De repente, me di cuenta de que, a mi lado, se encontraba el mismísimo Prette Rosso, Antonio Lucio Vivaldi.
Era su misma efigie, excepto por que no llevaba la ridícula peluca tan característica de su época. En su lugar llevaba el pelo pelirrojo recogido en una pequeña coleta.
Llevaba un i-Phone, con auriculares, de donde procedía la música. Muy educadamente le pregunté:
-Disculpe, ¿le gusta Vivaldi? Porque es clavadito usted a él - A lo que él respondió:
-Hombre, al fin alguien me reconoce.
-Hombre, al fin alguien me reconoce.
Descolocado por su respuesta, debí quedarme con la boca abierta,
porque se rió y dijo:
-Vaya, para uno que se da cuenta, y va y se le funden los fusibles
-Chasqueó los dedos ante mi nariz:
- Despierta, amigo.
Me recompuse y le dije:
-¿Cómo que le reconozco? Vivaldi murió hace más de 250 años.
-Ya ves, cosas de la reencarnación. Por cierto, llámame “Trueno”.
-¿Por qué, es un apodo o algo así?-Le pregunté, extrañado.
-No. Es que Trueno suena mejor que Antonio Lucio. - Se rió. - A propósito, tu nombre es...
Entorné los ojos, suspiré y dije:
-****( Primer inciso, he decidido no usar mi nombre real por motivos de seguridad y copyright, así que mi nombre a partir de ahora será X)
- Así que X. Bueno, no es Trueno, pero no está mal.
-Se quedó pensando un momento
- Sabes que, por ser el primero en
identificarme, te invito a un café y te dejo hacerme unas preguntas.
Diez minutos después, estábamos ante un café en la cafetería “Vivaldi” (que coincidencia,¿verdad?).
Vivaldi (perdón, Trueno),
me miró después de acabarse su capuccino y me dijo:
- Venga X, dispara.
- Con gran suspicacia por mi parte, decidí hacerle una de esas preguntas para asegurar su identidad.
-Primera pregunta: ¿Fecha y lugar de nacimiento?
-La típica pregunta de identificación, ¿eh? Me dijo con rintintín
- Le miré con mala cara
-
Está bien..., 4 de marzo de 1678, Venecia.
Respiré hondo y dije:
-Muy bien.¿Por qué decidiste dedicarte a la música?
-¿Por qué se dedica un profesor a enseñar o Bárcenas a dar sobres con dinero en B? Porque me encantaba, me sigue encantando y, si me vuelvo a reencarnar, me encantará.
-¿Y cuándo te diste cuenta de que querías ser compositor?-Le pregunté.
- Aunque entré en seminarios a los 15 y me hice cura a los 25, creo que desde pequeño me enamoré de la música, así que sólo
era cuestión de tiempo.
Decidí hacerle una pregunta que siempre me había hecho a mí mismo:
-Supongo que tu creación favorita será las “Cuatro estaciones”.
¿No es así?
-Así es.
-¿Y, de las cuatro, cuál es tu preferida?
-Bueno, yo diría que “La Primavera”,por su fuerza dramática,
su carácter tan expresivo, su...(Segundo inciso, en el que decido ahorrar una retahila de adjetivos altisonantes. En el caso de que algún director decida transformar esto en un corto [Spielberg, te sigo llamando] sugiero pasarlo a cámara rápida).
Dieciséis minutos, veinte segundos y tres aspirinas después:
-¿Suficientes razones?
-Me parece a mí que sí. Suficientes.-Bostecé- Miedo me da hacerte otra pregunta
-¿Por qué?¿Tanto impongo?
-Sí, es por eso.
-Sí, es por eso.
Siguiente cuestión.Al estilo de los Óscar, ¿a quién
agradeces tu fama?
-Obviamente a mi padre, al que debo mucho.
Llegados a este punto, puse sonrisa picaresca y le pregunté:
-Aunque tú seas anterior, y, por tanto, hayas influído mucho en otros compositores, como Mozart o Beethoven, de ellos se recuerdan sinfonías enteras, mientras que a ti se te recordará por
fragmentos de las “Cuatro estaciones”. ¿Qué te parece esto?
-Le
empezó a dar un tic en el ojo izquierdo y respondió, iracundo:
-¿Que qué me parece? Te diré lo que me parece, X. Me parece que
Beethoven era un sordo imbécil y loco. Y no me hables de Mozart,
ese hijo de...(Tercer y último inciso. Como sé que puede que haya
niños leyendo esto, decido borrar los insultos. Si fuese una serie de televisión [J.J. Abrams, ¿respondes o no, macho?] los padres
taparían los oídos a sus hijos y no les pondrían otra vez las “Cuatro” [No me deis las gracias, niños] Así de fuertes eran sus
insultos) ...y no tengo nada más que decir.
Con los ojos desorbitados,respondí acojo...,perdón,acongojado:
-Vale, nada más.
Última pregunta: Después de todo lo que ha pasado en la historia, ¿qué habrías cambiado?
-Se relajó y me
respondió:
-Mi muerte.
-Se rió a carcajada limpia.
- He pasado una buena tarde.
Se levantó, pagó la cuenta y se volvió.
- Hasta la vista, X.
-Adiós, Trueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario